viernes, 26 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN” Parte 6 y final


En España, existe una rica tradición belenista con artífices que alcanzaron fama, no sólo en nuestro país, sino también en otras partes de Europa, Torices en Madrid, Ginés en Valencia, la Roldana en Andalucía, Salzillo en Murcia el más alto exponente de nuestra imaginería, y Amadeu en Cataluña, son un ejemplo de la bella y amplia expansión del arte belenista español, con nombres de resonancia universal.

Actualmente, artesanos de una belleza artística constatada a través de los años, continúan con esta bendita tradición en nuestro país, sería interminable relacionarlos todos, puesto que en los últimos años se ha incrementado favorablemente esta nómina, citaremos algunos por antigüedad y renombre; José Luís Mayo (Madrid), Castells (Barcelona), Pedro Ramírez y Joaquín Pérez (Jerez de la Frontera), sin olvidarnos de las entrañables figuras de Olot. Repito, mis excusas para algún que otro artesano que haya podido (con toda seguridad), involuntariamente nombrar.

Queridos asistentes a este solemne acto, estas son algunas breves pinceladas encaminadas a realizar, a componer, sencillamente una obra, en la que se vea plasmada siempre con toda devoción y humildad, la Sagrada Familia y la adoración al Niño Dios, conforme lo estipula nuestra doctrina estatutaria.

Podríamos seguir escribiendo páginas y páginas acerca de la historia del belenismo, de este sentimiento, de esta vocación, pero todo tiene un tiempo limitado.

Sea como fuere, la semilla belenista que San Francisco de Asís sembró, hoy en la actualidad crece con más fuerza que nunca, prueba palpable de ello es nuestra presencia aquí en este solemne acto y el número de Asociaciones belenistas que pueblan todo nuestro territorio. La Federación Española de Belenistas se fundó en el año 1.963 y actualmente son 75 las Asociaciones federadas, a las que hay que sumar las no inscritas.

Finalmente, quiero dejar constancia (muy escuetamente) de la importancia de los villancicos y las coplillas populares en la Navidad, es como el perfume a la flor, son alabanzas, plegarias elevadas al cielo en honor del Niño recién nacido.

Esta noche desde este lugar maravilloso del Palacio del Castillo de Luna, en esta fecha para el recuerdo en el que nace una nueva Asociación de Belenistas y con todo nuestro amor, una de esas plegarias para el hijo de Dios, una de las muchas que atesoran nuestro rico cancionero popular:

En las barandas del cielo

Hay un lucero encendío

Para anunciar a los hombres

Que el Niño-Dios ha nacío

En Belén suenan campanas

Al amanecer del día

Que han visto al hijo de Dios

En los brazos de María

Voy a bordarle un nagüao

Con estrellitas del cielo

Para abrigar a Manuel

Porque duerme medio encuero

Ay luna, lunita, lunita, luna

Ponte de plata el vestío

Para que alumbres la cuna

Del mejor de los nacíos

Concluyo mi intervención, animando a la Asociación de Belenistas de Rota “Camino de Belén”, a que emprenda ese camino que hoy ha iniciado en la propagación del belenismo.

Practicamos un apostolado, el mismo que inició nuestro Patrón Universal San Francisco de Asís, está claro, que tendremos que salvar obstáculos en los tiempos que nos toca vivir, pero estoy seguro que la semilla del Santo cada vez prende más en los corazones de los hombres de buena voluntad y lo que no ha podido ser borrado durante siglos, continuará, perdurará hasta el final de los tiempos.

La Asociación de Belenistas de Jerez brinda su apoyo, asesoramiento y toda su colaboración a los amigos belenistas de Rota en estos sus primeros pasos, y estoy seguro, me consta, que en la misma disposición están nuestras queridas asociaciones hermanas de la provincia.

Finalmente despedirme de todos ustedes, agradeciéndoles su valiosa e inestimable atención y como siempre recordando un lema que nunca deberíamos olvidar: “QUE SIEMPRE SEA NAVIDAD EN NUESTROS CORAZONES”.

Buenas noches y muchas gracias.

MANUEL ALCOCER CARIDAD

PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE JEREZ

lunes, 22 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN” Parte 5

LEER PARTE 4


Se puede comprobar por lo dicho que la cuna del Belén fue Italia y no es posible pasar por alto esta tradición italiana que culminará con el nacimiento napolitano, posiblemente la cumbre del movimiento artístico de esta tradición y que más tarde tiene un auge paralelo en España, cuando Carlos III, desde el trono de Nápoles viene a nuestro país.

Nápoles se pone a la cabeza de todas las ciudades italianas, tanto en la belleza de sus nacimientos como en el número de los expuestos y crea una escuela que más tarde se irá extendiendo por todo el mundo, en una bella explosión de luz y colorido.

Carlos III, luego rey de España, estando todavía en Nápoles asesorado por el padre Rocco, prepara una sala en su palacio para la instalación de un gran belén, que es visitado por el pueblo. La costumbre real, como es natural, es imitada por la nobleza y de ella pasa a la burguesía, que a su vez la transmite al pueblo.

Desde palacio, el belén se instala en las humildes moradas del pueblo y las figuras de nacimiento se propagan en todos los ámbitos. Los artesanos no dan abasto y todo parece predecir el éxito de los siglos siguientes.

El belén adquiere tal finura, tal detallada minuciosidad, que nacen especialistas en la confección de animales, utensilios e incluso determinadas figuras; los Magos y los pastores.

Ya en el siglo XVIII se inicia la decadencia del belén napolitano. Hay que señalar que si en principio fueron los franciscanos los iniciadores de esta piadosa costumbre popular, el desarrollo de la afición belenista tiene su motivación posible en el Concilio de Trento, en el movimiento de la Contrarreforma y en la actividad de los Jesuitas y Teatinos que como un medio más de apostolado, impulsaron cualquier manifestación religiosa de tipo popular, que se transforma después en una manifestación plástica de arte del pueblo.

Esta constante popular en el movimiento belenista no se pierde nunca a través de los tiempos, sino que perdura incontenible, dándose el caso de que en momentos en que la iglesia pierde un tanto la tradición de montar sus belenes en los templos, adquiere singular importancia fuera de ellos, como demostración de una costumbre arraigada y entroncada en el alma del pueblo, y a veces desprovista de todo contenido religioso.

El Belén eclosiona en toda Europa, en Francia, Portugal, España, Alemania, Austria, Polonia, únicamente en Inglaterra, Holanda, Noruega y Suecia, países donde arraigó profundamente la Reforma, el arte belenista encontró graves dificultades para su expansión. La iglesia anglicana prohibió montar incluso el belén tradicional y apenas ha tenido vida en los países anglosajones aunque se instalen en algunas iglesias católicas. En la actualidad, se asiste a un resurgimiento de esta popular costumbre.

jueves, 18 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN” Parte 4


En el año 215, Orígenes que visitó personalmente los Santos Lugares, comentó: “si quieren convencerse de que Jesús nació en Belén, se les puede mostrar la gruta y, en ella, el pesebre”.

Eusebio de Cesárea, entre los años 315 y el 325, aporta nuevos testimonios que confirman la cueva como lugar del nacimiento y nos habla, además de la construcción de una basílica para albergar la gruta, obra que, por indicación de su madre, Santa Elena, acomete el emperador Constantino en el año 326.

Este será el origen de la actual Basílica de la Natividad que, con sus treinta y tres metros, y una anchura superior a los veintitrés, alberga cinco magníficas naves, apoyadas en una cincuentena de hermosísimas columnas. Dicha basílica, lugar de encuentro del peregrinaje cristiano a los Santos Lugares, y corazón del más primitivo belenismo, reclina sus muros sobre tres antiguos conventos: el franciscano, orientado al noroeste, el armenio, que se levanta al Suroeste, y el griego, que alza su imponente construcción en dirección al sureste.

Verdaderamente es trágica la historia de la estrella de plata de la Gruta de la Natividad. Siempre ha habido una allí, pero la que hoy está no es la primera. La que hoy besa el peregrino, lleva grabada la fecha de 1.717; pero no es este el año en que fue modelada. Su historia es la siguiente:

En letras capitales, grabadas en relieve, la estrella tiene esta inscripción circular latina: HIC DE VIRGINE MARIA JESUS CHRISTUS NATUS EST. 1.717: "Aquí nació Jesucristo de la Virgen María". Este texto latino, que declara en voz alta quién era el propietario de aquel lugar sagrado, molestaba a los griegos ortodoxos, copropietarios con los franciscanos de la Basílica de la Natividad.

La estrella que entonces se veía en el lugar donde nació Jesús, había sido colocada el año 1.717, fabricada con los reales de a ocho que a raudales mandaba España. Ya en 1.842 habían intentado arrancarla los monjes griegos; por lo cual los franciscanos, en la noche del 22 de diciembre de aquel mismo año, la fijaron fuertemente con clavos en el pavimento, como asegura el historiador griego Papadópulos.

Nueva tentativa, aunque también inútil, el 24 de abril de 1.845, hasta que, por fin, la estrella desapareció definitivamente el 12 de octubre de 1.847, yendo a parar, según parece, al monasterio griego de S. Sabas.

No habiendo conseguido la restitución de la estrella, el sultán turco Abde-el-Megid, después de un movidísimo proceso que duró cinco años, decretó que se hiciera otra igual a la robada. Se hallaba entonces en Constantinopla, ejerciendo el importante cargo de Comisario de Tierra Santa ante la Puerta Otomana, el franciscano español Padre José Llauradó, el cual se encargó de hacer reproducir la estrella "según el modelo exacto de la robada", como refiere él mismo en una interesante carta, dando la comisión al señor Jacomo Anderlich.

El peso de la plata fue de 496 dracmas, y costó 3.300 piastras turcas, es decir, unos 2.700 reales, que el dicho P. Comisario pagó al señor Anderlich, y consta del recibo de éste.

El sultán Abd-el-Megid, sigue refiriendo el Padre Llauradó, pretende que la da él "como un solemne recuerdo de nuestra parte imperial a la nación cristiana", es decir, comenta Llauradó, "que el sultán se la apropia y la dona a la cristiandad entera".

Pero la historia prueba con documentos auténticos, testigos incorruptibles, que la estrella de Belén, la misma que hoy vemos y veneramos, como símbolo de un hecho divinamente humano, se debe a la actividad y dinero aportado por un franciscano español, a quien deben mucho, por esta y otras acciones, los Santos Lugares.

La larga y trabajosa acción diplomática ante la Sublime Puerta fue llevada a cabo por el embajador francés en Constantinopla, marqués de Lavalette, menudeando las propinas del Comisario español a los oficiales turcos. La estrella fue colocada en el mismo sitio donde se halla hoy por el enviado del Sultán, Afif-bey, el 23 de diciembre de 1.852, hallándose presentes el bajá de Jerusalén, el cónsul francés Botta y el superior franciscano de Belén. A este acto solemne no asistieron el patriarca latino, José Valerga, ni griegos, ni armenios.

Bajo su altar mayor se encuentra la gruta del nacimiento, que nada tiene que ver con el primitivo pesebre; la transformación se produjo muy pronto, lo que motivó las siguientes palabras de San Jerónimo: “Ah, si me fuera dado ver el pesebre donde fue reclinado el Señor”. Pero nosotros, por honrar y venerar a Cristo, hemos retirado el pesebre de arcilla para sustituirlo por otro de plata. (Homilía pronunciada en Belén, hacia el 400).

Tenemos muy claro que el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad sin lugar a dudas es el Nacimiento del Hijo de Dios, partiendo de este hecho fundamental y transcendental, quien fomentó y propagó la representación plástica del Nacimiento del Creador fue San Francisco de Asís, proclamado Patrón Universal de los Belenistas del mundo por concesión del Papa Juan Pablo II.

Mil doscientos veintitrés años después del Nacimiento de Jesús, en la Navidad de aquel año, Francisco de Asís montó el primer Nacimiento en la gruta del Valle de Rieti en Greccio (Italia), después de más de XII siglos de ese gran acontecimiento, ocurrido en ese rincón de la tierra casi perdido en el mapa en una cueva de Belén. Así pues Francisco de Asís fue el primer belenista del mundo.

Nació, no se sabe con certeza, en el año 1.181 / 1.182 en la ciudad de Asís y murió vestido con su pobre hábito y su mochila llena hasta reventar de su humanidad en la pequeña Iglesia de Santa María de los Ángeles, cerca de Asís, que fue su sede, cobijo, o cuna de su orden, en el atardecer del 3 de Octubre del año 1.226 (Sábado), a la edad de 45 años.

Dos años después de su muerte, el 16 de Julio de 1.228 fue elevado a los altares por el Papa Gregorio IX, que llegó a la tierra del nacimiento del Santo para este solemne acto.

Sus restos reposan en un impresionante, original y sencillo a la vez, sepulcro de piedra en la doble basílica de San Francisco de Asís, construida en su honor con la aportación de toda la cristiandad para su definitiva morada.

A raíz de la representación plástica del Nacimiento del Redentor realizada por Francisco (aún se conserva el heno, “la paja”, colocada por el santo en el pesebre), el Belén se fue extendiendo por todas las poblaciones, por todos los rincones de la tierra por medio de los franciscanos que realizaban con ello una labor de apostolado. Se iban instalando poco a poco en todos los templos religiosos y las parroquias para celebrar la Navidad. Así fue llegando a las gentes y alcanzando gran popularidad, y es precisamente en este momento cuando las fiestas navideñas cobran un especial esplendor. Los franciscanos empiezan a conmemorar escenográficamente el Nacimiento de Dios y con el tiempo en todas las iglesias de la orden franciscana se instalan (con más o menos gusto y riqueza), un nacimiento, un belén, pesebre o portal, y la práctica se extiende a otros conventos, a otras iglesias de diferentes órdenes, pues la costumbre cala hondo en la entraña popular.

sábado, 13 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN” Parte 3


Por lo tanto, en ningún caso podría ser el 753 el año del nacimiento de Jesús; de ahí que, quienes siguen con fidelidad la información aportada por Tertuliano, sitúen el acontecimiento en el 4 antes de Cristo.
Autores tan meticulosos como Daniel Rops apoyan esta hipótesis, apuntando además el año 6 a. C. como el más probable, basándose en que Herodes dicta su orden infanticida en el momento de encontrarse con los magos quienes llegarían a Jerusalén unos dos años después del nacimiento de Cristo, única justificación para que Herodes ordene la muerte de todos los niños, hasta la edad de dos años. Los evangelios, tanto los cuatro admitidos por la Iglesia como los apócrifos, no contienen indicaciones precisas de las que se pueda deducir la época del año del nacimiento del Salvador. Sin embargo, una lectura atenta del Evangelio de San Lucas nos da ciertas referencias orientativas. Lucas dice textualmente:” Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón”.

Y posteriormente, el mismo evangelista añade:

“Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño".Pues bien, según esto, parece lógico, en primer lugar, descartar los meses de invierno, puesto que los pastores velaban al raso y no guarnecidos de las inclemencias de la estación invernal. El acontecimiento no debió tampoco suceder en verano, pues en la región de Belén, predesértica, los pastos estaban agotados es este tiempo por las sequías estivales, y los pastores abandonaban el lugar, llevando sus rebaños a tierras más altas, o al Jordán, donde, en sus riberas, podían encontrar pastos más jugosos.

Por tanto sería la primavera la estación del año en que, con mayor verosimilitud, podrían producirse los hechos que narra el evangelista. Pero hay otro dato que es conveniente que analicemos y que nos ayudará a precisar aún más. El evangelista Lucas afirma que no había para ellos lugar en el mesón. El mesón al que se refiere el evangelista es una caravanera o khan, que se hallaría en el camino real que unía Jerusalén con el Hebrón, al pie de la muralla de la ciudad fortificada por Roboam, hijo de Salomón.

Y el hecho de encontrarse llena nos lleva a deducir que el viaje de José y María no se pudo producir ni en pleno invierno ni en el sofocante verano, pues las caravanas en estas épocas no eran numerosas, para no coincidir con los rigores estacionales.Hay una fecha en que los mesones se encontraban repletos. Esta es la de la Pascua Florida, cuando era masiva la visita al Templo de Jerusalén.

Belén, en el camino que lleva de la Ciudad Santa a Hebrón (Belén está a sólo 8 kilómetros), era el lugar ideal para pasar la noche. Nuevo y revelador dato que nos permite considerar a la primavera y, más en particular, a la Pascua, como la época concreta del nacimiento de Cristo.

La localización de Belén como la ciudad en que nacería Cristo está profusamente citada en las profecías del Antiguo Testamento. Así lo indica, con toda claridad, el profeta Miqueas “Pero tú Belén de Efratá, pequeño entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel”.

Y también es Belén, la ciudad en que nació el rey David, el lugar en que los evangelistas San Mateo y San Lucas ubican el nacimiento Divino.

San Lucas escribe, que tras el nacimiento de Jesús “María lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre”. Y como quiera que, en las afueras de Belén, abundaban las cuevas que, provistas de pesebres, eran utilizadas para el refugio de los animales, muy pronto se extendió entre los cristianos la creencia de que había sido una gruta el entorno que albergó la venida de Jesús. Así lo afirma San Justino, hacia el año 155, en su diálogo con Trifón “Como no tuviere dónde hospedarse, se refería a José, se estableció en los alrededores del pueblo, en una gruta próxima. Allí dio a luz María y le puso en un pesebre, donde le encontraron los magos, procedentes de Arabia.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Historia y Vida de un Belenista

José Luis Fernandez Montero, gran belenista isleño y amigo de esta Asociación empieza su andadura en este mundo del ciber-belenismo. Inaugura un blog que seguro se convertira en visita obligada dentro de muy poco. Un blog belenista que no solo esta pensado para informar de la actualidad a nivel particular, sino que esta abierto a todos los colaboradores que deseen participar o bien con articulos, entrevistas, tecnicas, vivencias etc.

Le deseamos a José Luis lo mejor con este proyecto y agradecerle de antemano que haya creado un lugar donde seguro se respirará belenismo por todos sus pixeles.


domingo, 7 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN” Parte 2

LEER LA PRIMERA PARTE

Tales evangelios son el Protoevangelio de Santiago (capítulo XI al XXII) seguramente el que trata con más extensión estas materias, donde ya se menciona la cueva como lugar de nacimiento de Jesús, y en el que se introduce la presencia de las Parteras, Zelemi y Maic, requeridas por José para el alumbramiento y que luego darán testimonio de la virginidad de María; el Pseudo Mateo, del capítulo IV al final, en el que por vez primera aparecen las figuras de la mula y el buey, en cumplimiento de las profecías de Isaías, “el buey conoció a su amo y el asno a su señor”.

La ofrenda de los pastores ante el portal, la avanzada edad del patriarca, la profesión de carpintero del mismo, la vara florecida de José, el resplandor que emana de la cuna donde reposa el Niño, muchos de los milagros, la Huída a Egipto, la fuente que surgió en el desierto…son, entre otros, episodios que se narran en los evangelios apócrifos y que serán recogidos ampliamente en distintas representaciones del arte cristiano.

Gran influencia ejerció la “Leyenda Áurea”, de Jacobo de Vorágine, auténtica recopilación hagiográfica de cuanto se conocía en el siglo XIII, y donde, además de otros personajes y episodios, aparecen ya identificados los tres Reyes Magos, se les llamaba Apelios, Amerios y Damascos, en griego; Galgalar, Malgalath y Sarathin, en hebreo y en latín, Melchor, Caspar y Baltasar.

No podemos silenciar las revelaciones de Santa Brígida de Suecia, publicadas a mediados del siglo XIV, y en las que se dan multitud de detalles del parto de María. Es éste un parto habido sin el más mínimo dolor, lo que permite a la Virgen fajar al Niño, amamantarle (de esta revelación arranca la tan común iconografía de la Virgen de la leche) y acostarle en el pesebre.

No existe un acuerdo definitivo sobre cuál sería el año exacto del nacimiento de Jesús. Se lee en el martirologio romano que tal acontecimiento se produjo: El año cinco mil ciento noventa y nueve a partir de la creación del mundo.

El año dos mil novecientos cincuenta y siete a partir del diluvio. El año dos mil quince, del nacimiento de Abraham; de Moisés y de la Salida del pueblo de Israel de Egipto. El año mil quinientos diez; del ungimiento de David como rey. El año mil treinta y dos; en la semana sesenta y cinco de la Olimpiada ciento noventa y cuatro. De la fundación de Roma, el año setecientos cincuenta y dos. Del Imperio de Octaviano Augusto, el año cuarenta y dos. Dionisio el exiguo, al confeccionar el calendario cristiano, sitúa el nacimiento de Cristo en el año 753 de la fundación de Roma. Pero hay un hecho que imposibilita la exactitud de esta datación. Según la narración evangélica, el nacimiento de Cristo coincide con el censo que se realizó en Israel, siendo Pretor de aquellos territorios Sentío Saturnino quien, según Tertuliano, abandonó su función el año 749.

miércoles, 3 de agosto de 2011

APADRINAMIENTO ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE ROTA ”CAMINO DE BELÉN”

A continuación iremos publicando el texto con el que D. Manuel Alcocer Caridad (Presidente de la Asociacion Belensita de Jerez) nos deleitó el dia que esta Asociacion se presento en sociedad. Queremos agradecer a D. Manuel y a la Asociacion que representa por participar en aquel dia tan importante para nosotros. Iremos publicando el texto en varias entregas. Esperamos que disfruteis de este texto tanto como lo hicimos nosotros aquel dia.

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La austeridad narrativa de los Evangelios, que describen el suceso más maravilloso de la historia de la humanidad, el Nacimiento de Dios, sin ningún lujo de detalles, ha sido la causa de que las primeras representaciones plásticas de este hecho extraordinario fueran tardías y escasas. La persecución de los cristianos en los primeros siglos de la era, fue otro factor que influyó sobremanera en que el Nacimiento del Salvador no tuviera una representación plástica extensa en los primeros años del cristianismo.

Un misterio impenetrable rodea el acontecimiento del nacimiento de Jesús. A la inexistencia de alusiones en los textos de historiadores de la época (ni siquiera hallamos alguna mención en los escritos rabínicos), se suma la parquedad en la narración evangélica. Una parquedad que se evidencia, como hemos dicho anteriormente, en la austeridad narrativa de los evangelios canónicos o inspirados en la escasa atención que en ellos se concede a tal hecho, e incluso, en su parcial aparición en los mismos. Y es que, entre los cuatro evangelios canónicos, tan solo dos tratan del nacimiento del Niño Jesús. Y estos dos se encuentran entre los sinópticos: el de Mateo, escrito en arameo, y el de Lucas, en griego. Dichas narraciones evangélicas no son propiamente históricas, sino reproducción directa de las primeras predicaciones de los apóstoles, lo que no es óbice para su fidelidad.

Mateo, llamado también Leví, era un recaudador de impuestos que siguió a Jesús con el reducido número de sus apóstoles. El arameo, la lengua de su escrito, era la más hablada en aquel tiempo en Judea, y Mateo, por su oficio, poseía un rudimentario estilo de escritura de la que otros apóstoles carecían. Su narración es escueta y se refiere al nacimiento en el capítulo I, versículos 18 al 23, y en el capítulo II, completo.

Lucas era un músico de cultura griega, convertido al cristianismo por los primeros predicadores en su ciudad natal, Antioquia (Siria), hacia el año 43 d.C. No conoció al Mesías, más acompañó al apóstol San Pablo y de él aprendió el mensaje evangélico.

Durante las prisiones que sufrió, Pedro le menciona tres veces, llamándole su colaborador y médico querido y, en vísperas de su martirio, recuerda que “sólo Lucas está con él”. Su narración comprende la Anunciación de María, la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Circuncisión de Jesús, la Purificación de María, la Presentación del Niño en el Templo y finalmente Jesús entre los Doctores.

Paradójicamente, la fuente más frecuentemente escogida por los artistas para inspiración de sus obras, han sido los relatos de los evangelios apócrifos, no autorizados por la Iglesia, pero sí permitidos en las representaciones plásticas, ante las que la Iglesia se muestra singularmente permisiva.